22.10.09

Tú. Sin más.


Tú me das calor. Y con eso, ya sobran las palabras.

21.10.09

Crash


Hay un momento; ese momento, en el que todo hace crash. Crash, y se rompe algo en ti, en tu interior. No sabes bien qué ha sucedido, qué ha sido esa sensación…pero sabes que la has sentido. Te ha dolido, quemaba.

Y te detienes a pensar, cavilando sobre qué ha podido ser el causante de esa ruptura. O en qué momento empezó a suceder. Pero no lo encuentras, y te pierdes entre la delgada línea existente entre el recuerdo y la imaginación. Y la cruzas, y entonces estás perdida; porque por mucho que lo pienses, ya ninguna conclusión a la que puedas llegar va a resultarte válida. Porque desconfiarás hasta de ti misma. No te lamentas deseando poder volver atrás para evitarlo, puesto que ni siquiera sabes cómo pasó. Por tanto, si retrocedieras, posiblemente volvería a pasar lo mismo.

Crash. Y todo cambió. Te sientes harta. Harta de lo que te rodea, de lo que no te rodea, de lo que tienes cerca y de lo que tienes lejos. De lo que ni siquiera tienes. Harta de ti. Y lo peor de todo; sigues sin saber porqué. Sólo tienes esa terrible y angustiosa seguridad de que estás cansada, pero no puedes descansar, porque no sabes de qué. Sabes que la evasión ya no te ayuda porque, una vez vuelves (y siempre tienes que acabar volviendo), los problemas siguen ahí.

A veces te gustaría meterte debajo de la manta y que, cuando alguien la retirara, tú hubieras desaparecido. Lo que no sabes es dónde te gustaría haber ido. A menudo te paras a meditar sobre el sentido de todo. De tu vida, de lo que haces, de lo que no haces. De por qué haces lo que haces. De tu existencia. De todo. Y eso te cansa todavía más, pues nunca eres capaz de responder a todas tus preguntas. Ni podrás serlo nunca, o si no, te acabarías por aburrir. Posiblemente, con total seguridad.

Saltas a la primera de cambio, fruto del cansancio acumulado. Pero de vez en cuando crees que es lógico hacerlo. Otras, ni siquiera sabes por qué te ha importado algo tanto. O simplemente, por qué te sigue importando. Y es confuso. Todo, en conjunto lo es.

Otras veces, te sientes inmensamente feliz. Por eso no eres capaz de entenderte, y eso te cansa. No quieres buscarle una razón a todo, aunque casi todas las cosas la tengan.

Y ansías que el viento te golpeé con fuerza en la cara. Para despertar o, quizá, que te llevé con él para seguir soñando. Quieres que haga frío a fuera, y calor dentro. No ves el momento en el que eso vuelva a suceder. Pero sigues resfriada, y estás harta de estornudar. Necesitas que el frío venga de fuera. Sentir algo más de calor en tu interior. Enciende el fuego. Quizás si calienta demasiado, los pedazos se fundan entre ellos y vuelvan a unirse. Si no igual que antes, al menos de forma similar.