El tiempo, que pasa. Pasa y no perdona. Cada segundo que se va ya no vuelve. Demasiadas cosas por ver y hacer, demasiado poco tiempo. Vivimos aceleradamente, evolucionamos. Las cosas, los objetos, los lugares, las tecnologías...todo cambia a nuestro alrededor. Y en esa constante prisa, en ese ir y devenir del tiempo, dejamos atrás lo que antes nos pareció tan maravilloso. Las cartas pasan a un segundo plano; los e-mails las han sustituido casi sin pretenderlo. Los viejos tranvías se detienen, las consolas sustituyen a las muñecas, los pisos a las casas, el teléfono al telegrama, internet se consolida como uno de los principales medios de comunicación; ya no hace falta ir a las tiendas, puedes hacer tus compras desde casa. Los parque se vacían; los niños pasan a preferir los grandes parques de atracciones a las tradicionales norias...y todos seguimos montados en el tiovivo de la vida. Todo tiene un precio; la aceleración de unas cosas, lleva a la irremediable desaceleración de otras. La atracción sigue girando, tú decides si seguir montado o bajarte de ella, pero el progreso está ahí, y no puedes huir de él. Tan sólo tienes que mirar hacia delante para no marearte. Darás muchas vueltas, pero sólo tendrás oportunidad de estar montado una vez, así que procura disfrutar.
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24.3.09
Desaceleración.
El tiempo, que pasa. Pasa y no perdona. Cada segundo que se va ya no vuelve. Demasiadas cosas por ver y hacer, demasiado poco tiempo. Vivimos aceleradamente, evolucionamos. Las cosas, los objetos, los lugares, las tecnologías...todo cambia a nuestro alrededor. Y en esa constante prisa, en ese ir y devenir del tiempo, dejamos atrás lo que antes nos pareció tan maravilloso. Las cartas pasan a un segundo plano; los e-mails las han sustituido casi sin pretenderlo. Los viejos tranvías se detienen, las consolas sustituyen a las muñecas, los pisos a las casas, el teléfono al telegrama, internet se consolida como uno de los principales medios de comunicación; ya no hace falta ir a las tiendas, puedes hacer tus compras desde casa. Los parque se vacían; los niños pasan a preferir los grandes parques de atracciones a las tradicionales norias...y todos seguimos montados en el tiovivo de la vida. Todo tiene un precio; la aceleración de unas cosas, lleva a la irremediable desaceleración de otras. La atracción sigue girando, tú decides si seguir montado o bajarte de ella, pero el progreso está ahí, y no puedes huir de él. Tan sólo tienes que mirar hacia delante para no marearte. Darás muchas vueltas, pero sólo tendrás oportunidad de estar montado una vez, así que procura disfrutar.
16.2.09
Encomiable.
Dicen que la belleza se encuentra en todas partes, en las pequeñas cosas, en el día a día. La cuestión es saber encontrarla; darse cuenta de que la tienes delante y, sobre todo, saber valorarla. Si no, puede que esté ante tus ojos y no puedas verla. La belleza, sea del tipo que sea, hace especial nuestra existencia, la vida en sí ya lo es, y hay que saber apreciarla. Todos y cada uno de nosotros podemos hacer, decir o crear algo bello. Yo admiro a aquellos capaces de crear arte; algo que, con sólo mirarlo, leerlo o tocarlo, te transporte. Resulta encomiable que haya alguien que, con sus manos, su voz, su mente, su alma o su corazón, sea capaz de crear algo que logre emocionar a una, a dos, o a cientos de personas. Algo que, al tenerlo delante todas y cada una de esas personas, consiga hacerles evocar un mundo entero para cada una de ellas. Hombres y mujeres que sí buscan la belleza y la encuentran, precisamente, emanando de su propio ser. Gente que decide compartir todo eso con nosotros, regalándonos un poco más de esa belleza a nuestro alrededor.
4.2.09
Vacío.
Es extraño. Los seres humanos tenemos toda una vida por delante para disfrutar, sufrir, sentir, viajar, soñar, percibir...y miles de cosas que experimentamos a lo largo de nuestra existencia. Miles, y sin embargo, vacío. Algo que todos sienten o han sentido en algún momento de sus vidas. Un hueco, una carencia. Esa sensación tan difícil de explicar pero que, tarde o temprano, aparece. Cientos de preguntas para las que tal vez nunca logremos encontrar respuesta. Y esa sensación de soledad. Soledad que siempre nos acompaña porque, al fin y al cabo y después de todo, ella es la única que se queda, siempre.
Vacío. Sabemos que nos falta algo, pero no somos capaces de descubrir qué es. Y algunos, los menos conformistas, se pasan los días intentando averiguarlo. La mayor parte de las veces, en vano. Otros lo aceptan, y viven con él. Pero eso no quiere decir que no esté ahí.
Haces y sigues tu camino con él; con el vacío. Puede que, en el fondo, venga en nuestra naturaleza el sentirse incompletos porque, evidentemente, todo no se puede tener. Los recipientes se rellenan, las personas no. Porque somos humanos, y tenemos sentimientos. Algunos nos llenan, otros nos vacían.
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