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5.11.09

(I) Amanecer


Me despierto, y me quedo un buen rato ahí, observándote. Después de una eternidad, aparto las sábanas, y salto por encima de ti. Las siete de la mañana, el sol saliendo. El frescor del amanecer, tú durmiendo todavía, con una sonrisa en la cara y la respiración acompasada. La brisa entrando a través del balcón, olor a jazmín y a hierbabuena. Tostadas, cereales, café. Todo un día por delante. Una buena ducha, el libro que tengo a medio leer. Tranquilidad. Abajo, mucha gente empieza el día, mientras otra mucha todavía duerme. El vecino desperezándose junto a su ventana, el gato paseándose por el tejado. El reloj, avanzando, el despertador a punto de sonar. Lo apago. Pasos lentos hacia la cama, y me vuelvo a tumbar a tu lado. Besos en la espalda, lentos, suaves. Volteas la cara y, lentamente, se te van abriendo los ojos. Brillan, aún estando medio cerrados. Deseos de detener el tiempo, y volverme a dormir, para volver a despertar y poder hacer lo mismo. Pero no; es hora de empezar el día, de vivirlo, de aprovecharlo. Luego, la noche volverá, y después de ésta, otro amanecer más. Y con éste, felicidad.

22.10.09

Tú. Sin más.


Tú me das calor. Y con eso, ya sobran las palabras.

11.8.09

Éxtasis.


Mírame. Quiero que leas en mis ojos que quiero que te quedes esta noche. Que intuyas en mis labios que deseo que me toques. Que huelas en mi piel que anhelo el placer.

Tira a un lado tu chaqueta, acércate, y arráncame la ropa; esta noche no la necesito. Muérdeme, provócame escalofríos. Hazme temblar. Esta noche quiero pasarla contigo.

Me muero porque vivas dentro de mí, tan sólo esta noche. Te dejaré probar aquello que muchos otros han deseado encontrar. Acaríciame, juega conmigo, hasta que se nos agoten los huesos. Hasta que no podamos más. Desbordemos el éxtasis hasta el final.

Átame si lo deseas, pero no me amordaces, porque además de gritar, voy a utilizar mi lengua para hablar un idioma que todavía desconoces. Déjame mostrártelo, que guíe tu mano, y que te acompañe por el camino de llamas que lleva hasta el frenesí.

Sin frenos. Hoy quiero arder y consumirme. Aguanta, quiero perder la consciencia en mitad da tanta excitación, quiero quedarme sin fuerzas, desatar mi furia y convertirla en gozo.

Cansarme tanto que se me nuble la mente. Hasta que olvide que son tus manos las que recorren mi cuerpo, y no las de él.

12.5.09

Calor.


Muérdeme los labios, y no pares hasta que me duelan. Apaga la luz, y deja que mis dedos recorran cada centímetro de tu piel. Nos leeremos en braille hasta que asome el amanecer. Después, con los primeros rayos de sol, puedes bajar la persiana. Fingiremos que el tiempo se ha detenido, suspendido en un momento; ese preciso momento, a nuestra merced. Jugaremos con las normas de la existencia y desafiaremos las leyes de la gravedad. Créeme, abandónate conmigo y después, nos volveremos a reinventar. Caricias, roces, calor. Deja que te susurre al oído cuánto deseo probar estas palabras. Tengo hambre, hambre de ti, pero no te preocupes, no te voy a comer. Tan sólo deja que te saboree. Hoy, ahora, en este preciso instante, hagamos que el siempre sea esta noche.

Y después, cuando, exhausta, caiga rendida sobre la cama, y me sumerja en un cálido sueño, no te quedes a mi lado por miedo a hacer ruido. Cuando me despierte y abra los ojos, posiblemente tu cara sea lo último que desee ver. Seguramente, después de un buen café, ni siquiera me acuerde de tu nombre, tampoco creo que a ti te importe demasiado que no te dijese el mío. Así que vete, no dejes ninguna nota. No hagas mucho ruido al salir y cierra la puerta con cuidado, por favor. Al fin y al cabo la eternidad a veces dura lo que dura un orgasmo. Y llegado ese momento, yo ya habré alcanzado el fin de la inmortalidad.