Dicen que uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Desgraciadamente, sé que tarde o temprano comprobaré que, en muchos casos, esta frase es cierta. Lo sé, y no hago nada útil para evitarlo. Y lo peor de todo es que ni siquiera mi conciencia sirve para que reaccione.
Es el momento de estudiar. Debería estar haciéndolo, maldita sea.
Observo los días pasar, y les despido con la mano. Adiós tiempo, adiós. No hago nada por retenerte y, cuando me faltes, me desesperaré por no haberte demostrado cuánto te necesitaba.
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