El otro día, me paré a pensar porqué siempre acaban decepcionándonos las personas que nos importan y, tras algunas cavilaciones, llegué a una simple conclusión; porque las queremos.
¿Tiene sentido? Vale, a primera vista no. Pero párate a pensar: cuando alguien te hace una jugarreta y no te importa esa persona, te jode, claro que te joder. Pero dime, ¿acaso no te hubiera dolido más si esa jugarreta en cuestión te la hubiese hecho tu mejor amigo? O tu pareja, o tus padres, o quien quiera que sea esa persona importante para ti. Sí. Claro que hiere más. Eso es porque queremos a esa persona. La queremos y, por lo tanto, le exigimos más de lo que le exigiríamos a cualquier otra. Todos y cada unos de sus actos tienen relevancia para ti y por eso no esperes que te falle. La idolatras, la subes en un pedestal tan alto que, cuando comete un error, la caída es tan grave que deja cicatrices. Y las cicatrices ya no desaparecen. La herida puede curar, sí, pero la cicatriz seguirá ahí. Puede que por eso nos sintamos tan decepcionados cuando nos damos cuenta de que esa persona no es como nosotros habíamos fantaseado que fuera.
Eso es lo malo de las relaciones afectivas, que el amor, sea del tipo que sea, es bueno, pero también daña. Y con eso no quiero decir que el amor no esté bien. No. El amor es fabuloso, es una de esas cosas que, por alguna razón que no sabes explicar pero que conoces, mueve el mundo. Lo que quiero decir es que, de una forma u otra, condenamos a las personas que amamos. Las condenamos a decepcionarnos tarde o temprano.
Por eso es conveniente ser consciente de que no existen los superhéroes. Nuestros seres amados son personas físicas y reales, con fallos, con equivocaciones, que cometen errores. No tienen superpoderes y no están diseñados para cumplir la función específica de hacernos felices toda la eternidad. Habrá un momento en que te fallen. En que los necesites, tal vez más que nunca y te fallen. Igual que tú les acabarás fallando a ellos. Supongo que en el fondo es como una cadena.
La cadena del error, la podríamos llamar. Pero como en toda cadena, a veces hay eslabones que se rompen o se descomponen. Eslabones que, una vez sueltos, ya no vuelven a encajar. A veces pienso que todos deberíamos estar concienciados de eso, para que el momento no nos pille por sorpresa. Pero siempre lo hace, tal vez lo veas venir, pero te acaba sorprendiendo igualmente. No se puede estar preparado para ese momento, pero quizá ser conscientes de que todos erramos y de que nadie es perfecto, venga bien para aceptar con la máxima naturalidad posible que, si esa persona acabó fallando, es solo por el hecho de que es humana. Los humanos cometen errores. Tú mismo lo eres, los cometes. Deberías entenderlo.
¿Tiene sentido? Vale, a primera vista no. Pero párate a pensar: cuando alguien te hace una jugarreta y no te importa esa persona, te jode, claro que te joder. Pero dime, ¿acaso no te hubiera dolido más si esa jugarreta en cuestión te la hubiese hecho tu mejor amigo? O tu pareja, o tus padres, o quien quiera que sea esa persona importante para ti. Sí. Claro que hiere más. Eso es porque queremos a esa persona. La queremos y, por lo tanto, le exigimos más de lo que le exigiríamos a cualquier otra. Todos y cada unos de sus actos tienen relevancia para ti y por eso no esperes que te falle. La idolatras, la subes en un pedestal tan alto que, cuando comete un error, la caída es tan grave que deja cicatrices. Y las cicatrices ya no desaparecen. La herida puede curar, sí, pero la cicatriz seguirá ahí. Puede que por eso nos sintamos tan decepcionados cuando nos damos cuenta de que esa persona no es como nosotros habíamos fantaseado que fuera.
Eso es lo malo de las relaciones afectivas, que el amor, sea del tipo que sea, es bueno, pero también daña. Y con eso no quiero decir que el amor no esté bien. No. El amor es fabuloso, es una de esas cosas que, por alguna razón que no sabes explicar pero que conoces, mueve el mundo. Lo que quiero decir es que, de una forma u otra, condenamos a las personas que amamos. Las condenamos a decepcionarnos tarde o temprano.
Por eso es conveniente ser consciente de que no existen los superhéroes. Nuestros seres amados son personas físicas y reales, con fallos, con equivocaciones, que cometen errores. No tienen superpoderes y no están diseñados para cumplir la función específica de hacernos felices toda la eternidad. Habrá un momento en que te fallen. En que los necesites, tal vez más que nunca y te fallen. Igual que tú les acabarás fallando a ellos. Supongo que en el fondo es como una cadena.
La cadena del error, la podríamos llamar. Pero como en toda cadena, a veces hay eslabones que se rompen o se descomponen. Eslabones que, una vez sueltos, ya no vuelven a encajar. A veces pienso que todos deberíamos estar concienciados de eso, para que el momento no nos pille por sorpresa. Pero siempre lo hace, tal vez lo veas venir, pero te acaba sorprendiendo igualmente. No se puede estar preparado para ese momento, pero quizá ser conscientes de que todos erramos y de que nadie es perfecto, venga bien para aceptar con la máxima naturalidad posible que, si esa persona acabó fallando, es solo por el hecho de que es humana. Los humanos cometen errores. Tú mismo lo eres, los cometes. Deberías entenderlo.
1 comentario:
Soy humano, y lo entiendo. La vida...una cadena formada por cadenas más pequeñas que nos meten en el lío de la vida...
Qué sería de la vida sin las decepciones?Sabríamos apreciar los momentos únicos sin ellas?....y de una pregunta a otra..como...una cadena...de nuevo...
Publicar un comentario