24.3.09

Desaceleración.


El tiempo, que pasa. Pasa y no perdona. Cada segundo que se va ya no vuelve. Demasiadas cosas por ver y hacer, demasiado poco tiempo. Vivimos aceleradamente, evolucionamos. Las cosas, los objetos, los lugares, las tecnologías...todo cambia a nuestro alrededor. Y en esa constante prisa, en ese ir y devenir del tiempo, dejamos atrás lo que antes nos pareció tan maravilloso. Las cartas pasan a un segundo plano; los e-mails las han sustituido casi sin pretenderlo. Los viejos tranvías se detienen, las consolas sustituyen a las muñecas, los pisos a las casas, el teléfono al telegrama, internet se consolida como uno de los principales medios de comunicación; ya no hace falta ir a las tiendas, puedes hacer tus compras desde casa. Los parque se vacían; los niños pasan a preferir los grandes parques de atracciones a las tradicionales norias...y todos seguimos montados en el tiovivo de la vida. Todo tiene un precio; la aceleración de unas cosas, lleva a la irremediable desaceleración de otras. La atracción sigue girando, tú decides si seguir montado o bajarte de ella, pero el progreso está ahí, y no puedes huir de él. Tan sólo tienes que mirar hacia delante para no marearte. Darás muchas vueltas, pero sólo tendrás oportunidad de estar montado una vez, así que procura disfrutar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

De pequeño frente a un calendario pregunté:
"En diciembre, el 31, ¿se acabará el mundo?"
Todos se rieron, yo no sabía por qué.
"Algo más”, oí, “nos queda un poco más".

No me convenció y fui hasta el reloj de la pared.
Si no le doy cuerda, entiendo, lograré parar el tiempo.
Se lo comenté a mi hermano y, él mirándome,
"¿para qué?" me dijo, "¿para qué?".

Por primera vez sentía el miedo de verdad
y aún entonces ya sabía que no me abandonaría.
Y soñé con una multitud siguiéndome
que me gritaba "El tiempo no se puede detener".

Un buen día un carro se detuvo junto a mí,
conducían camaleones de los que ponían canciones
y con ellas decidí que iba a ser capaz
de disponer de toda la eternidad.

Y crecí tratando en vano de desentrañar
todo lo que el miedo esconde
y yo me hundía en el "Blonde On Blonde"
haciendo que los días me duraran mucho más,
mucho más, lo juro, mucho más.

Y aunque el miedo se volviera a manifestar
para entonces ya sabía que no me abandonaría,
y entre libros y canciones un día pensé
que tal vez el tiempo se podría detener.

Vamos bien, dije vamos bien, pero podemos ir aun mejor.
Vamos bien, dije vamos bien, pero podemos ir aun mejor
y entonces descubrí que el miedo esconde
muchos días y aún más noches
que alguien más sensato que yo querría evitar.

Ahora escribo mis canciones y me refugio en,
unas veces, cosas puras y, otras, las drogas más duras.
Sé que no es perfecto pero hoy sí puedo afirmar
que queda más, que queda mucho, mucho más.

Tan presente como el miedo se hizo la verdad
y ahora que los tengo enfrente sé que seguirán ahí siempre.
Y aunque sigan multitudes persiguiéndome,
ahora sé que el tiempo se puede detener,
ahora sé que el tiempo se puede detener,
ahora sé que el tiempo se puede detener.





Nacho Vegas. =)

Natalia dijo...

Mientras leo tu comentario, el tiempo se detiene por un momento en mi cabeza. Gracias.

=)!