12.8.08

Espabilar.


Ya estamos en pleno agosto y yo sigo sin hacerme a la idea de que es verano. Últimamente el tiempo transcurre así siempre para mí. Me lo paso esperando a que vengan las vacaciones de Navidad, después a que vengan las de Semana Santa, luego a que venga el verano...y así con todo. El próximo puente, las fiestas de mi pueblo, el mes que viene, la semana que viene, mañana...Y mañana llega, pasa, y yo sigo sin darme cuenta siquiera de que ha llegado y de que he estado viviendo mientras.

Lo bueno del asunto, es que no sé qué es exactamente lo que espero. Pero seguro que cuando venga, pasa y yo sigo esperando, sin enterarme. A veces pienso que sólo es una excusa para no vivir realmente, para no plantarle cara a ese futuro que tanto me asusta. Simplemente, porque no sé qué me depara. Otras veces, me limito a pensar que el tiempo y yo no vamos sincronizados, y lo único que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo para que todo vaya bien. Él va demasiado rápido y yo soy demasiado lenta. Al final se reduce a lo mismo; tengo que espabilarme.

Espabilarme, y no dejarlo todo para el día, la semana, o el mes siguiente. Hacerlo ya, hacerlo y punto. Sin excusas. Eso me recuerda, a que no he salido en todo el día de casa, a que soy una vaga, y a que he vuelto a posponer la búsqueda de piso una semana más.

He de dejar el miedo a un lado. Septiembre llegará y, a este paso, me veo acampando en el césped de la Universidad.

Decididamente, he de meter un “ya”, un “ahora” y un “hoy” en mi vida. Y sobre todo, sobre todo, no dejarlo para mañana.

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