21.8.08

Supersalidos.


Sé que hay miles de películas mejores, más interesantes y de las que se puede sacar mucho más, pero yo, hoy, voy a hablar de esta.

La he visto hoy por la tarde, en uno de mis máximos momentos de aburrimiento. Leí algo bueno de ella, pero la verdad, no me esperaba mucho. Tanto el título, como la portada, me sugería la típica película americana donde se trata de ver quien se monta la fiesta más grande, quien pierde la virginidad antes de la graduación y comprobar quien hace la gilipollez más grande. Sí, ese tipo de película que hace que unos se descojonen, y que otros acaben traumatizados sólo de pensar que alguien es capaz de producir eso.

Vale, en la película hablan de tías, de sexo, y de fiestas, no voy a negarlo. Pero, además, hablan sobre amistad. Y no la típica amistad basada sólo en compartir juergas. No. La amistad basada en compartir tardes o días enteros de aburrimiento. Esa amistad que consideras más fuerte que cualquier otra cosa, esa que a veces te hace ser egoísta, que te hace exigir más de lo que exigirías a cualquier otra persona. La amistad por la cual te meterías en un buen lío, por la que arriesgarías tu propio pellejo, para salvar el de tu amigo, porque lo sientes así; simplemente, no puedes dejarle solo. La amistad que te permite decir a voz en grito un “te quiero” sincero, una y otra vez, sin ningún tipo de temor.

También habla del miedo a perderla en el momento en que los caminos han de desviarse.

Puede que la película pueda llegar a entretener a algunos, a hacerles reír, o puede que les aburra. Pero, tan sólo por la amistad que se muestra, para mí ya vale la pena verla.

Quien sabe, quizás la película me ha calado más de lo habitual por el momento de mi vida en el que me encuentro. Tal vez el hecho de que me haya visto reflejada, en cierta forma y de cierta manera, haga que me haya gustado más. Pero la cuestión es que, aunque a simple vista parezca la típica comedia sin sentido, yo la he disfrutado.

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