12.8.08

I. Dolor de cabeza.

A veces te levantas y notas que te pesa la cabeza. Que guardas tantas cosas allí dentro que, de un momento a otro, podría reventar. Sabes que todo eso siempre ha estado ahí, no es nada nuevo, nada que te venga como una avalancha. Pero por un motivo u otro, un día te despiertas y notas que se mueve por tu cabeza, se agita y la hace retumbar.

Entonces te entran ganas de escribir. Si intentaras decírselo todo a alguien, posiblemente acabarías liando tú misma. O hablando de cosas que nada tenían que ver con tus ideas iniciales, por miedo a lo que pueda acabar pensando tu interlocutor de ti. Así que decides ser práctica. Corres a tu portátil y empiezas a teclear esquizofrénicamente, casi sin pararte a mirar lo que escribes. Hasta que acabas un texto, dos, tres. Y entonces te dices, ¿y a quién se lo enseño? o, ¿realmente quiero que lo lea alguien? Entonces dudas y, de pronto, se te ocurre algo. Es ahí cuando tienes la brillante idea de hacerte un blog.

Pero claro, eso también te lleva a pensar que ya tenías uno y lo abandonaste. Luego recapacitas y te dices que de todas formas eso es lo que acabas haciendo con todo, así que, ¿por qué lamentarse? Si lo hicieras, al final nunca empezarías nada.

Por eso, la decisión pasa a ser un hecho; vas y te haces un blog. Después pierdes la tarde configurándotelo a tu gusto y pensando en qué pondrás, o cual será la primera entrada. Entre eso, y la merienda, el teléfono sonando cada dos por tres, el calor asfixiante que te da ganas de vivir en la ducha, las pequeñas charlas que mantienes casi a gritos desde tu habitación con tu madre, y la televisión del vecino que no te deja concentrarte, va oscureciendo. Y cuando te das cuenta, el día ya ha pasado, tu cama te está llamando a gritos y ya no te pesa tanto la cabeza.

El blog está hecho ya y, de todas formas. Si no te duele la cabeza mañana, quizá lo haga pasado. Así que escribes algo antes de irte a dormir, cualquier cosa, como esto. Y decides que será tu primera entrada. No importa mucho como empezarlo, tu reto va a ser por cuánto tiempo seguirlo.

Si te cansas, siempre puedes hacer como con las aspirinas; usarlas sólo cuando te duela la cabeza. Y eso, en tu caso, suele pasar bastante a menudo.

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